miércoles, 1 de junio de 2011

Renovarse o morir




    Hoy me he dado cuenta de cuanto ha cambiado mi vida. Hace un año y medio, aproximadamente, pensé que me costaría Dios y ayuda recuperar mi vida en esta ciudad. Estaba equivocada, pues no se trataba de recuperar la anterior sino de construir una nueva. Renovarse o morir, que dicen por ahí. Y lo he conseguido, llevo una vida normal que me encanta.

    Profesionalmente, trabajo en lo que me gusta y parece que tengo futuro en este despacho, o eso augura el contrato indefinido que he firmado hoy, una estabilidad laboral hasta ahora desconocida. Tengo tiempo para la lectura, un placer que he descubierto, para escribir, aunque últimamente he sido más pensadora que escritora, para bailar flamenco, algo para lo que desgraciadamente no nací pero que me apasiona, e incluso para ir al gimnasio -bueno, me he matriculado hoy, ya veremos cuánto tiempo voy a dedicar al ejercicio físico-.

    De vez en cuando unas cervecitas en buena compañía, una cena arreglando el mundo con mis amigas, una fiesta de esas que me gustan tanto, ésas de acostarse al amanecer con unas copas de más, unos cuantos bailes y muchas risas en el cuerpo. Ratos de shopping, con lo excitante de hacerse con un nuevo trapito que tan bien sienta o encontrar el bolso que tan bien le van a esos zapatos que no he estrenado por no tener el complemento a conjunto. Una conversación telefónica, un mensaje de facebook o una ojeada al twitter, para estar conectada a mi círculo social. De tanto en tanto un viaje o una escapadita de fin de semana para cambiar de aires y recargar batería. Escuchar música, disfrutando de una melodía inolvidable o emocionándome descubriendo una nueva canción. Cómo no, un concierto, un espectáculo o una obra de teatro, que con la oferta de ocio de esta ciudad es imposible aburrirse. Lo que echo de menos es el cine, ya ni recuerdo cuándo fue la última vez que vi un estreno en la gran pantalla, tendré que planteármelo. 

    Pasar tiempo con mi familia es una bendición -esto da para otro blog-. Buenos ratos con mis sobrinos, que siempre me alegran el día y sobre todo los fines de semana. Encuentros generalmente improvisados con mis hermanos y acólitos -qué alegría tenerlos tan cerca-, y por supuesto con mis padres, con los que comparto nada menos que el mismo techo. Además siempre hay un evento familiar que reúne tíos y primos, a los que no falto para resarcirme de la añoranza que me produjo durante unos años no estar presente.

    Y en el día a día, mucho tiempo para mí. Mis cremitas, mis maquillajes, mis sesiones de peluquería, de manicura, pedicura, depilación, mascarillas, lociones... bueno, es que me gusta cuidarme... Y mis ratos de meditación, reflexión y relax, absolutamente imprescindibles.

    Hoy he firmado mi nuevo contrato laboral, mi nuevo seguro de salud y mi nueva matrícula en el gimnasio, será por eso por lo que he llegado a la conclusión de los cambios habidos en mi vida. Sí, lo he conseguido, llevo una vida normal que me encanta.

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