jueves, 2 de diciembre de 2010

¡Que yo soy bilingüe!





No es tan difícil de entender, creo. Hablo dos idiomas, luego soy bilingüe.

Estoy harta de que me pregunten si soy castellanoparlante. Sí, claro que lo soy, porque el español (o castellano, como dicen en mi tierra) es mi lengua materna. Pues sí, tengo la enorme satisfacción de hablar el segundo idioma más utilizado del mundo, pero me aburre de soberana manera que me hagan la pregunta de marras porque conozco las connotaciones del adjetivo en cuestión. Y es que llevo prácticamente los mismos años hablando catalán que español... Luego soy bilingüe.

Cuando hablo español mi acento es marcadamente catalán -o eso dicen-. Cuando hablo catalán se nota mi deje castellano -supongo-. Y a mucha honra, así que no admito que me tachen despectivamente de nada. Que no me digan que soy catalana como si estuvieran tragándose la lengua y, mucho menos, me digan que soy charnega porque yo he nacido aquí. Además, cada persona tiene su propia habla. Pon a un ruso, un francés y un italiano a hablar el mismo inglés académico. No es un chiste, es un ejemplo. El ruso pronunciará una erre vibrante, el francés utilizará un sonido más gutural y el italiano hablará casi cantando. Pues eso, que cada cual tiene su propia habla y la mía es la mezcla sensata de dos idiomas... Luego soy bilingüe.

Estoy orgullosa de hablar español y catalán indistintamente. En realidad no sé hablar ninguno de los dos idiomas sin hacer uso de vocablos del otro. En mi ciudad, que es la que conozco, nos hemos acostumbrado a emplear palabras de una y otra lengua de forma simbiótica, esto es, dependiendo de lo que exprese mejor lo que queremos decir y/o del tono que queremos dar. Las hemos introducido en nuestro vocabulario e incluso les hemos dado divertidísimas traducciones... Luego soy bilingüe.

No miento si digo que es fantástico tener un vocabulario español enriquecido de expresiones catalanas, y además en mi caso, para mayor gozo, de expresiones canarias y andaluzas. Y es cierto que es maravilloso tener una charla a tres cambiando de idioma con rauda agilidad dependiendo del interlocutor y sin perder, además, una sola coma de la conversación ... Luego soy bilingüe.

Que te quede claro entonces: ¡que yo soy bilingüe!

4 comentarios:

Marti dijo...

Y a quien no le guste... que se ponga hojas! Ahora sí que con esto ya hemos bebido aceite.

B. G. R. dijo...

jajajaja.

Habrá que dedicar un blog a la traducción de las "frases fetes".

Un besote.

melkarr dijo...

A ver hasta dónde se esquicha esto...

B. G. R. dijo...

ojalá esquichara hasta quedarme chopa!