jueves, 9 de diciembre de 2010

La sinrazón de una huelga salvaje




A ti, controlador, que me pides comprensión.

Puedo comprender y comprendo que los derechos de los trabajadores no pueden ser pisoteados a golpe de Decreto, pues creo firmemente que el abuso de poder debe ser reprobado incondicionalmente y que el débil tiene absoluta legitimidad para defenderse con las armas de que disponga en el marco de la legalidad.

Puedo comprender y comprendo que un controlador gane un sueldo indecente porque así lo han convenido su sindicato y la empresa para la que trabaja, aunque nuestro ministro de Fomento se olvide de mencionar este extremo, y que reclame que se lo mantengan como cualquier trabajador  que ve recortada su fuente de ingresos.

Puedo comprender y comprendo que el esfuerzo de un trabajador debe ser recompensado con beneficios laborales que van más allá de la remuneración y que estos privilegios deben ser mayores cuanto mayor es la cualificación exigida para el puesto, aunque nuestros dirigentes pretendan hacernos creer que cualquier ciudadano de a pie está capacitado para ser controlador aéreo simplemente con dominar el inglés y aprobar un curso de seis meses -y si esto es realmente así, yo ya no quiero volar-.

Puedo comprender y comprendo el enfado de un colectivo tan estratégico como éste cuando cae con los dos pies en una trampa  urdida por un Gobierno preocupado por lavar su imagen ante la imperiosa necesidad de recuperar el apoyo ciudadano en una legislatura en la que se ha ganado a pulso la pérdida de confianza hasta de sus más fanáticos adeptos.

Puedo comprender y comprendo que cualquier colectivo de trabajadores debe ejercer su derecho de huelga. De verdad lo comprendo incluso cuando soy una de las afectadas, y que conste que lo digo con conocimiento de causa porque a estas alturas de mi vida ya he padecido en primera persona una huelga de celo de controladores españoles, una salvaje del personal de handling de Iberia, una encubierta de pilotos de Iberia, una legal de pilotos de Binter, una convocada de pilotos de Spanair, una protesta del handling de Aireuropa y la referida en este blog más cercana a rebelión que a huelga (y sólo he nombrado las del transporte aéreo).

Pero mi comprensión finaliza radicalmente cuando estos colectivos deciden machacar mis derechos olvidándose de sus obligaciones, pues acepto ser un daño colateral en pro de los derechos laborales pero que no me conviertan en una víctima civil de su guerra particular porque el sacrificio de inocentes no tiene razón alguna que lo justifique.

2 comentarios:

Marti dijo...

Belén, estoy completamente de acuerdo contigo.
Actuando así se han puesto a un país en contra, precisamente y como bien dices tú, lo que quería el Gobierno para lavar su imagen (ahora quiénes son los buenos buenísimos que actúan muy bien y quiénes los malos malísimos que han actuado fatal??). Una vez más, el fin no justifica los medios y si tenían razón, cosa q no dudo, han dejado de tenerla con esta huelga, si así se le puede llamar.
Y eso que a mí, esta vez, no me ha afectado.

B. G. R. dijo...

Marti, desde luego que el fin no justifica los medios y aunque comprendo no lo comparto del todo. Gracias por leerme, como siempre :)